La felicidad es el olor a café recién colado al amanecer. Un olor a mañana y recuerdos de familia, un olor a hogar tan indescriptible como único. La felicidad es el regazo de la abuela, que lucía como almohada y paraíso. El regazo de la abuela que es el lugar más cómodo del mundo, el más seguro, el más cálido, incluso cuando a uno le sobren un par de centímetros para estar allí.
La felicidad es el reencuentro con los amigos y las amigas después de años de ausencia, la sonrisa que se comparte con ellos entre sueños de futuro y quejas del presente. La felicidad también es el sol que sale después de muchos días de lluvia, el sol que despereza el pavimento, lo hace humear y me recuerda que soy de una isla lejana llamada Cuba, una isla caliente y desquiciada a la vez, una isla hermosa y sensual.
La felicidad es hallar la mano que buscas debajo de la sábana, justo después de que se ha apagado la última luz. La felicidad es que esa mano se vuelva caricia, como muchas noches, y se vuelva susurro y promesa de amor, y redención y perdón y jamás castigo. Pero la felicidad es también haber aprendido que, aunque esa mano falte, existe un mañana igual de claro.
La felicidad es escuchar a tus sobrinos al teléfono preguntar cuándo regresas a casa, por qué has tardado tanto en visitar a la abuela. Porque aunque sus preguntas te pongan triste también son la prueba de que, aún en la distancia, ellos te siguen amando, que no te han olvidado, que existes cada vez que te nombran.
La felicidad son unos tacos al pastor, claro, y una limonada frapé, y el sabor de un helado de chocolate que se deshace con el calor de mi boca, y un congris con sabor a comino. La felicidad es verme al espejo y reconocerme después de tantos años cargando conmigo misma, y decirme: lo estás haciendo bien, qué importa lo que piense o padezca el resto del mundo.
La felicidad es descubrir que siempre es breve el tiempo que duren las colas en el banco porque llevas un libro en la cartera. La felicidad es llegar a la línea final de ese mismo libro y sorprenderte y llorar de desilusión o reír de alegría por lo hijo de puta que era el protagonista.
La felicidad es encontrar en YouTube una canción que ya no recordabas que existía, una canción que te gustaba tanto que aún te pone a bailar sola en la oscuridad del cuarto. La felicidad es descubrir que puedes cambiar de estado de ánimo, pero sabes que el próximo estado será otro momento de felicidad y por eso no te desesperas. La felicidad es saber que eres sincera en todo y con todos. La felicidad es el tiempo, y es escribir estas palabras, y es que una persona que admiras te diga que admira tu trabajo, y es este blog y eres tú leyéndolo, y es la posibilidad de volver a escribir mañana. La felicidad es mi manera de vivir la vida con intensidad, aunque alguien pueda no comprender mi forma de ser feliz.
Gracias. Coincido contigo, para mí, es casi todo lo que has mencionado. Más, despertar cada día al lado de mi nueva familia: Esposo e hija Y Desayunar juntos…
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Querida Yannis, tu felicidad tiene en realidad un rostro muy hermoso, gracias por compartirla con este comentario y desde tu blog. Un beso!
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Bueno, al menos eres feliz porque leí el artículo.
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Exacto! Por ese y muchos otros motivos. Saludos! Gracias por leer.
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