1) Si llega a un restaurante, a una taquería o a una casa de buena familia, y le advierten que algún platillo “pica poquito”, no lo pruebe.
A menos que usted provenga de Filipinas, Tailandia, India. Debe saber que cuando en México le dicen que la comida “pica poquito” es porque pica muchísimo, pero muchísimo. No se trata de que aquí las personas mientan (que también lo hacen, como en todos lados), se trata de que mientras usted comía flan en el postre, aquí comían mango con chile piquín. Y contra tan temprano entrenamiento es imposible competir.
2) Cuando alguien le diga en público “vamos a chupar” nunca piense que se trata de una proposición indecente.
Algo que comparten los mexicanos de todas las edades, géneros o grupos étnicos es el amor por el “chupe”. (De nuevo, no sea mal pensado/a.) El chupe es cualquier bebida que contenga suficientes grados de alcohol para derribarle al quinto trago. Y lo curioso no es solo que comparten ese amor por sentarse a beber (sin hacer nada más que beber) sino que se sienten tan orgullosos de esa condición que lo han convertido en todo un rito. Digno de imitarse por cierto.
3) Los tacos parecen un invento de Coca Cola para que uno se vuelva adicto al refresco.
No hay mejor combinación que unos tacos al pastor con una botella de Coca Cola (aunque me pese esta propaganda gratis al imperio). Así que el truco está en no probarlos nunca juntos, porque envician.
4) No importa el género sexual con que usted se identifique. Jamás, en ninguna ciudad, a ninguna hora, sea demasiado amable con un taxista.
Da igual si usted es una persona conservadora o de mente abierta. Lo de menos es el partido en el que milite, o si es vegetariano o carnívoro irredento. Cuando usted es demasiado amable con un taxista, y le habla del clima, o le responde alguna pregunta con más de tres palabras, ese taxista creerá, sin excepción, que es una declaración sexual.
5) No aspire a que mexicanas y mexicanos se rían de sus chistes sobre México. Eso no sucederá.
De hecho, evite hacer chistes sobre México. (Se lo digo yo.)
6) Son adictos a inventar palabras que usted nunca comprenderá.
En muchas regiones del país usan Valedor y Simonel para asentir, Nel para negar, y el famoso Ahorita para ubicar un tiempo indeterminado en el calendario, eternamente acomodable a las intenciones de quien lo dijo. “Ahorita” puede ser “ahora mismo” o en un par de horas. Algunos cambian fondillo por “fundillo”. Pero no se castigue demasiado tratando de entenderlos. Mexicanas y mexicanos culparán al resto de los latinoamericanos de hablar muy mal el idioma Español.
7) Lea a Jorge Ibargüengoitia. Es muy importante que lea a Jorge Ibargüengoitia.
Si tiene poco tiempo en la vida y menos tiempo para la lectura, olvídese de Octavio Paz. Fue Ibargüengoitia quien tradujo el espíritu del ser mexicano en obras literarias exquisitas. Desde Las muertas hasta Estas ruinas que ves, no hay una página de alguna de sus novelas que tenga desperdicio. Dice una leyenda náhuatl que quien comienza a leer alguna de sus obras se vuelve un adicto a la literatura. (Así de tradicional se ha vuelto el señor.)
8) Jamás lea las columnas de Ricardo Alemán. Es muy importante que jamás lea las columnas de Ricardo Alemán.
Es el periodista más mediocre del universo. Es capaz de acusar a la gente inocente sin tener pruebas (Carmen Aristégui, estudiantes de la Normal, campesinos y cualquier miembro de grupos revolucionarios) y de defender a los culpables aunque las pruebas las tenga delante de las narices (Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera y cualquier miembro de la familia presidencial). Es el periodista que ningún periodista quiere ser, por eso es mejor no darle publicidad a su medio de prensa.
9) Las mejores borracheras de su vida las vivirá en México.
No las espere. Sucederán sin previo aviso. Un día cualquiera que usted supondrá de trabajo, llegarán las amistades mexicanas a “chupar” (Ver Cosa 2). Al día siguiente, esas mismas amistades —que probablemente se habrán quedado a dormir en su casa sin saber en realidad dónde estaban— le invitarán a comer menudo, pancita, caldo de res o de camarón para la cruda. Diga que sí. La mexicana es una cultura milenaria y tienen siglos de conocer el mal y su remedio.
10) No importa cuán rápido aprenda que separando las tortillas de maíz antes de guardarlas en el refrigerador no se echan a perder.
Usted siempre será visto como un extranjero acabado de llegar. Entonces, no pierda su acento y disfrute el poder de pertenecer a las minorías.