Las ganas de escribir son como las ganas de tomar café: se calman, pero no se curan. Lo he confirmado mientras amaso con mis manos Estas letras que ves, blog que hoy cumple un año de vida.
La aventura comenzó un domingo cualquiera. Necesitaba compañía en el desértico San Luis Potosí, y me di cuenta de que me acompañaban incondicionalmente mis tímidas letras. Desde ese día he tratado de hacerlas públicas sistemáticamente. Claro que antes había hecho periodismo en Cuba, durante cinco largos y hermosos años. Pero tiene una magia diferente escribir y compartir crónicas, fotografías, cuentos, ensayos, textos atados solamente a mis ganas de ser (¿escritora, mujer, cronista?).
Me gusta cuando la gente comparte una de mis crónicas y cree que cuenta mi vida. Me gusta que los amigos me llamen para preguntarme sobre algún suceso que describo, pero que no ocurrió. Me gusta que alguien confunda la creación literaria con mi realidad. Me gusta la ambigüedad tras estas palabras que comparto y quizás por eso también insisto en escribir en primera persona.
Hoy pensé hacer una crónica sobre cuánto ha cambiado mi vida en el último año. He regresado a los viejos amigos, he cambiado otra vez de ciudad; he leído a Freud y a Marx ¡en inglés! También pensé que, en el primer aniversario de este blog, debía escribir sobre Jorge Ibargüengoitia, porque en definitiva a su novela Estas ruinas que ves, debo el título del espacio. Valoré escribir sobre los feminicidios en América Latina y cómo México debe revisar su programación televisiva de forma urgente. Hace un par de horas, me llegó un libro hermoso escrito por mi amigo Pedro Monge, y por algunos segundos pensé que lo ideal era hacer una reseña a esa obra de arte impresa por Ediciones Vigía. Pero al final no hice nada más que juntar un poco de recuerdos y dudas. (Este gesto probablemente es el que mejor traduce lo apresurado e incierto de mis días).
Ha sido, sin embargo, un buen momento para preguntarme por qué sigo alimentando Estas letras que ves, incluso cuando al menos un día a la semana el contador del blog no marca nuevas visitas.
Escribo por necesidad. (Vaya cliché, que no niego ni promulgo). Escribo en este blog porque es un espacio de libertad. Quizás solo un espejismo de libertad; pero para como están los tiempos, ese espejismo es bastante. Nací y crecí en un país donde opinar libremente podía generar un estigma. Por eso me gusta pensar que este espacio es solo un paso en mi camino de descubrimientos, un paso hacia mis opiniones, hacia mis dudas verdaderas. No juego a ser sujeto político de ningún discurso, cuando el universo que fluye a mi alrededor se empeña en politizarme. Y mi actitud, la verdad, me enorgullece.
A veces me molesta haber llegado a los 30 años y no saber qué carrera me define. ¿Cómo me presento en Instagram? ¿Periodista, investigadora, cubana, viajera, loca? ¿Y si soy todo eso y más a la misma vez? ¿y si soy este blog y sus historias? Al final, Estas letras que ves tiene el encanto de la vida misma: es efímero. Por ahora, solo quiero recordarme que ya cumplimos un añito y aún no se curan las ganas de escribir.
Me lo he leído de un tirón, no porque tenga tiempo libre (jaja), sino porque me engancha tu manera tan hermosa de escribir; palabras y escenas preciosas: gracias por compartirlas.
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Querida Lorella! Qué sorpresa tan hermosa tenerte por aquí! Gracias por lo que me dices, uhhh, no hay mejor cierre para este día que te haya gustado lo que escribí. :*
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